jueves, 29 de mayo de 2008

Horizonte esencial

Mi hermana Maché es uno de los regalos auténticos que la vida me ha dado y que nunca dejo de valorar y agradecer. Tener una hermana como Ella es tener un amor, un ser generoso, inteligente y lleno de vida para compartir. Los lazos que nos unen van más allá de lo puramente familiar y aunque nuestras vidas se han desarrollado en la distancia, es como una ausencia de presencia constante, de complicidad y cariño. Para ella he escrito esta leyenda.
Durante mucho tiempo Maché había buscado sin cesar uno de esos horizontes que provocan que el cielo y la tierra se fundan en un continuo besar de amor. Deseaba ver a ese inmenso horizonte en el lugar donde el cielo y la tierra al atardecer, se acostaban en el mismo lecho carmesí con el entendimiento más sutil, como dos enamorados confundidos en caricias inundando los sentidos de sabores y nubes de colores y, a través de ese horizonte vivir lo que tanto anhelaba para ser feliz.

El tiempo pasaba pero entre días de bruma y noches de poca luna, su espera parecía en vano pues apenas pudo vislumbrarlo. Seguía tan aferrada a ese deseo que no se daba cuenta de que todo a su alrededor se diluía de tal manera, que ni siquiera era capaz de percibir la claridad del día.

Cansada de esperar un día decidió cambiar el rumbo de su vida y emprender un nuevo camino despojándose de la pesada carga de esa búsqueda que la tenia encadenada. Extendió sus brazos para abrazar su soledad y juntas emprendieron su caminar. En ningún momento volvió la vista atrás, caminaba saboreando a cada paso la senda de la vida en libertad, como si no hubiera estaciones dónde detenerse, ni alfombras de silencios, ni tiempo para lamentos.

En algún momento de su nueva andadura aquel horizonte volvía a su memoria pero a medida que iba sintiendo con más profundidad el fluir de la vida, los pensamientos fueron dejando de agolparse en su cabeza, ya no tenía a quien esperar ni conciencia del paso del tiempo. Empezó a verse, a escucharse, a sentirse y a darse cuenta de que todo su mundo interno por muy pequeño que fuese estaba lleno de posibilidades y poco a poco, iba descubriendo que aquello que parecía lo más débil en ella, era en realidad lo más fuerte y decidido.
Una mañana al levantarse, sintió el aire en su cara, respiró profundamente y con una leve sonrisa en los labios se atrevió a mirar atrás. Ya no tenia miedo. Escuchó con mimo a su corazón y supo que ella, la intrépida buscadora, era lo mismo que lo buscado y aunque nunca había encontrado en el pasado el camino de su insólito horizonte, en ese momento sintió al horizonte andando por su camino. En realidad lo que había descubierto Maché era su propia alma sin límites ni medida, su propia existencia.

lunes, 19 de mayo de 2008

Conceptos opinables

Tras unos días de asueto blogeriano, he vuelto a las andadas visiteras de mis cercanos amig@s para comprobar con satisfacción que siguen ahí y poder sentirlos como aquí. Al hilo de lo que he leído me llamó la atención una frase que decía que "todas las opiniones son respetables". Pues con la venia de mis queridísimos amig@s para mí no es así. Solamente la persona y su derecho a opinar son dignos de respeto, pero todas las opiniones no. En ocasiones podemos oír y leer a personas que en base al uso y abuso de una incontenida verborrea, se permiten lanzar a modo de opinión las más delirantes elucubraciones y para colmo exigiendo respeto para ellos.
Para no extenderme demasiado, creo que es más interesante poneros un extracto sobre el tema de mi admirado y respetado Fernando Savater en "Educar para la razón" por si os apetece leerlo:
"Vivimos en una época en que se oye la opinión, disparatada para mí, de que todas las opiniones son respetables. !Como van a ser respetables todas las opiniones!. Si hubiéramos creído en ello no hubiéramos descendido todavía del primer árbol.
La mitificación de la opinión propia lleva a considerarla como algo que se sustrae de la discusión, en lugar de algo que se pone sobre la mesa, abierta a contraste, algo que no es ni mío ni suyo pero que tenemos que discutir - discutere es en latín- ver si un árbol tiene raíces, si las cosas tienen raíces, ver si está enraizado en algo, etc.
La idea de que las opiniones forman cuerpo con nosotros, y que el decir "es mi opinión" da un grado de razón superior al de la opinión del vecino, me parece preocupante, sobre todo porque se considera un signo de liberalidad intelectual el reconocer las opiniones de cada cual, cuando la única liberalidad que existe es reconocer que las opiniones deben estar fundadas en la razón y que nadie tiene derecho a exponer sus opiniones si no tiene razones para justificarlas. La postura auténticamente libre, abierta y revolucionaria es sostener que es la razón la que vale y que las opiniones deben someterse a ella, y no son las opiniones las que por sí mismas, por tener una persona detrás, se convierten en inviolables porque la persona lo es.."

domingo, 11 de mayo de 2008

CALMA


Me crucé con un soplo de calma pero pasó de largo. Era como un suspiro que arrastra hasta un lugar anónimo lejos del pais de la razón..... no me esperó.

Acuse de recibo

Hace años, durante una relación amorosa pinté este cuadro para regalárselo a mi amado. Lo hice con todo mi amor y con una ilusión desbordante. De igual modo lo recibió él pues no se lo esperaba y además lo colgó en un sitio preferente como si fuera una obra maestra. La relación terminó cuando tenía que terminar y quedamos tan amigos. Pasaron los años y no me volví a acordar de éste cuadro, hasta que un día me lo devolvió a través de terceras personas con la única explicación de que me pertenecía. Aunque el gesto me sorprendió grandemente, no puedo negar que me alegré muchísimo al ver aquel cuadro de nuevo conmigo pues resumía una historia de amor vivida y casi olvidada. Y aquí lo tengo, como testigo mudo de aquel amor, de un trabajo hecho con entusiasmo, del regalo de ida y vuelta, o de lo que pudo haber sido y no fue. Sirva la presente como acuse de recibo.................

jueves, 1 de mayo de 2008

RETRATO de hombre

Pinto en tu boca bosques y arrecifes, húmedas laderas donde yacen remolinos de besos, palabras cantadas y la verdad más precisa.
Tus párpados se despliegan en un vuelo misterioso con flores salpicadas de tus azules pupilas como hojas iluminadas del alba.
Tu mirada acampada en éste océano que soy no pesa, ni pisa, solo roza como una aveflor.
Un destello pongo en tus mejillas, tu cuello rodeo de luces y sombras como la suprema respuesta a la más remota demanda.
En mi trazo están tus brazos cuajados de lunas de agua que me asaltan con solo mirarte tras la noche larga.
Tu alborotado pelo rodea una frente que recoge al caer despacio los labios que se posan como algas muy finas.
Son tus dedos un viento largo que tientan y toman el último gesto lentamente entregado a tus manos que escucha el puro canto que acuna un reguero de música íntima que se adentra, se queda, se funde, se eleva.
Perfilo el olor de tu piel con el aroma de los ríos, con la inocencia de la luz que no ha nacido y con tu aliento que respiro antes que tus labios rocen los míos.
Pongo colores a esa voz que me nombra en las tibias mañanas de vocablos insospechados que nunca deja intacta la incertidumbre, melodía del alma con color a selva perfumada de plumas fugitivas.