domingo, 29 de noviembre de 2009

Mediterráneo


Con ojos inciertos te observo en la curva de tu azul plomizo, destejiendo la corriente del viento al compás de tu pulso, cuando la bruma acuosa me resbala y ciñe.
Dejarte, te dejarán sin las velas desmadejadas en la pecera de tu cristal mientras los árboles de tu pasado tan acordes en color a tu sombra, aguardan las blancuras que logran entenderse cuando los sembrares, lejos de tu marina, empiezan a desfallecer.

Mediterráneo tibio y furtivo, Mediterráneo premioso como un presagio de imprecisiones, vacilante de tantos brillos temporales archivando entre adoquines una parte de tu infinito que remodelando tu vergel, desfallece abrumado por la bóveda de estrellas que abarca por entero el centro de tu alma.
Te perderán decolorando tu imagen que se desliza prendida de ensenadas que adornan la punta amarilla de tus pies, queriendo alcanzar el espacio oscilante que tantas veces te volé.

Desafiantes ante los azufres que enturbian tus ondas, te desnudan de los oropeles que lucen tus frágiles alas de alondra que se quiebran con destemplanza cuando el sueño, ya desorientado, empieza a proponer.
Aún así, están abrazados a ti como mapa en la piel, tantos ojos solares que no sabiendo de presagios, se inventan tu mirada en cada grieta, en catálogos de humo, en la linea de tu curva y en cada sorbo de tu espuma, aguardando que otro día más les ofrezcas la última sombra que se apaga con la fuerza impasible del que quiere ser, a la intemperie de la caracola que te he dejado en un camino de lamento.