miércoles, 17 de enero de 2007

Lecturas
Once Minutos de Coelho

Deseo
"El deseo profundo, el deseo más real es aquel de acercarse a alguien. A partir de ahí, comienzan las reacciones , el hombre y la mujer entran en juego, pero lo que sucede antes, la atracción que los unió, es imposible de explicar. Es el deseo intacto, en estado puro.
Cuando el deseo todavía está en ese estado puro, hombre y mujer se apasionan por la vida, viven cada momento con veneración y, conscientemente, esperan siempre el momento adecuado para celebrar la siguiente bendición.
Así, las personas no tienen prisa, no precipitan los acontecimientos con acciones inconscientes. Saben que lo inevitable se manifestará, que lo verdadero siempre encuentra una manera de mostrarse. Cuando llega el momento, no dudan, no pierden una oportunidad, no dejan pasar ningún momento mágico porque respetan la importancia de cada segundo.
Pasión
La pasión hace que uno deje de comer, de dormir, de trabajar, de estar en paz. Mucha gente se asusta porque, cuando aparece, derrumba todas las cosas viejas que encuentra.
Nadie quiere desorganizar su mundo. Por eso, mucha gente consigue controlar esta amenaza, y es capaz de mantener en pié una casa y unan estructura aunque ya esté podrida. Son los ingenieros de las cosas superadas.
Otra gente piensa exactamente lo contrario: se entrega sin pensar, esperando encontrar en la pasión las soluciones para todos sus problemas. Descarga sobre la otra persona toda la responsabilidad por su felicidad, y toda la culpa por su posible infelicidad. Está siempre eufórica porque algo maravilloso sucedió, o deprimida porque algo inesperado acabó, destruyéndolo todo.
Apartarse de la pasión, o entregarse ciegamente a ella, ¿cuál de las dos actitudes es la menos destructiva?.
No sé...."
Yo me entregaría pero no ciegamente, siendo consciente que puede desbaratar mis sueños como el viento asola los campos de amapolas y sabiendo que una pasión abandonada a sí misma, es un fuego que arde hasta su propia destrucción. Por lo tanto elevaría mi alma hasta que la razón esté a la altura de mi pasión para que pueda vivir una resurrección cotidiana.

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