llueve y sin embargo es domingo,
llueve doblegando el tiempo,
lluvia de tierra hacia arriba,
de lágrima cálida, de vacilante cielo.
Llueve en la cima del cántico
buscando el fondo que no quiebra,
llueve en el grano de arena
que el mar cubrió tropezando ocasos.
Llueve con júbilo en cristales descoloridos,
y el mar allí nos luce, sin prisa,
hollando nubes sin apenas memoria.